Me niego a poner nombres a los sentimientos.
No quiero poner precio, fecha de caducidad,ni sabores a los besos, ni color a los momentos negros.
Es mejor dejarlos pasar.

03 noviembre 2011

Fuego


Me acuerdo perfectamente del primer día que te vi. Llevabas esa camiseta que te sienta tan bien y una sonrisa puesta en cara... como siempre. Parecías perdido y apresurado, pero te paraste en la barra. Tu olor era el perfume más seductor, un intenso aroma a ganas de vivir. Tan sólo fue un cruce rápido de dos ojos que coinciden en un punto del espacio en un momento exacto del infinito tiempo, pero desde ese momento, surgieron rumores de incendio en la atmósfera. El aroma se esparció y tu sonrisa contagiosa y pícara comenzó a dominar el ambiente. Un roce inésperado, unas pocas palabras y un déjate llevar... Nuestra unión era como hacer fuego sin llama, como tener frío en verano, como que llueva sin nubes, como tener calor sin sol, como reirse sin ganas, como correr sin moverse, como saltar sin despegarse del suelo, como soñar despiertos, como volar sin alas, como...
Se acabó el poner reglas a la hora de sentir.
Ambiente sonoro. El compás de las gotas de la lluviosa ciudad latían al unísono con nuestros corazones. Sintiéndonos tan cerca abrazábamos el aire, sin razón, sólo impulso, dos imanes con polaridades opuestas... Y me encuentro en tu mirada en cada instante, donde los corazones se enamoran, los latidos se aceleran y los besos son de miel y tabasco... Los días se convierten en noches sin dormir, en poemas por escribir, en canciones por cantar, en dulces susurros... Susurros que acarician cada uno de mis sentidos.
Sin pensar en el mañana.
Dicen que las historias de amor no se miden por el tiempo que duran, sino por la intensidad con la que se viven.

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