Me niego a poner nombres a los sentimientos.
No quiero poner precio, fecha de caducidad,ni sabores a los besos, ni color a los momentos negros.
Es mejor dejarlos pasar.

04 enero 2012

Balcón con flores


Últimamente, mis horas pasan vigilando un sin fin de hojas de apuntes con diferentes colores de subrayador. Es en estos momentos en los que al llegar un punto, el único escape que queda es la imaginación que cada uno le pueda echar a cada idea que pase por la cabeza... Ayer, pasé todo mi día recordando un verano en especial, hace poco tiempo, en el que todo era azul, calor, belleza... Puede que tenga tan buen recuerdo porque no fue en mi ciudad, sino en un lugar en el que nadie iba a juzgar lo que yo hiciese o no.
Pasa a veces, que el presente es tan irónico que ni todo el inmenso verano lejos de aquella suave arena de mi tierra, ni un par de historias, bastan para redactar una carta sin remitente que haga cambiar los planes del mundo dejando de guía al viento. Puede que esto sea por la salud mental de muchos y por la estabilidad de otros tantos, tan iguales y diferentes a la vez. Muchos defienden y luchan por la libertad pero realmente no quieren vivirla; sólo adaptarse lo mejor posible a las cuadrículas implantadas. Entonces es cuando el mundo y su redondez cuadriculada se atasca para mi, al darme cuenta de ello, y no quiero pasar entre sus aros de fuego, por mucha fuerza que el resto haga para introducirme en ellos. Aguanto la respiración a ver si así se olvidan y pasan solo ellos pero es difícil, y no puedo o no quiero engañar a nadie... La misiones imposibles nunca han sido lo mío.  Lo fácil poco a poco se extingue y mis días pasan al ritmo de sonrisas pasajeras de silenciosos latidos. Y como no quiero vivir la realidad me introduzco en mis recuerdos haciendo aflorar lo que yo quiero, y recuerdo...
Allí estaba, en las alturas. Por el camino se dejaba seducir por los caminantes desconocidos que pasaban por el lugar. El primer balcón del edificio de enfrente, rebosante de coloridas flores y ladrón del sol mañanero que hacía que todas las miradas se desviasen hacie él. A pesar de que todos los balcones estaban muy bien cuidados ese era el único, la estrella, en el que todos sus ojos posaban con sorprendente admiración.
Yo no dejaba de observar como todos se paraban y en mi cabeza hacía constantes suposiciones conmigo misma sobre quién habitaría ese lugar, cómo serían sus manos para crear esa belleza, sus ojos para admirarla... Tendría que ser alguien detallista, amante del arte, del buen gusto, de la vida... de lo que te mueve a correr cuando el gris vence y te atrapa en algún punto de esta carrera que es la vida. Creador de lo que a veces no vemos pero necesitamos con tanto apremio que nos colapsa la sangre y las venas se nos hacen trenzas... Y seguimos sin ser conscientes hasta que la piel nos cambia de color y nuestros pies, que parecen escuchar mejor que nosotros mismos, saben mejor que nuestros propios oídos lo que realmente quiere nuestro corazón. Seguramente no seamos capaces de escucharles desde tan alto... Puede que por el ruído de la ciudad que nos lo impide con sus bombas de obligación y supuesta moralidad.
Esta persona puede que fuese alguien con tiempo, o puede que sin él pero que  cuidadosamente lo atesorase como si de la mayor riqueza se tratase, pudiendo así cuidar de cada una de aquellas flores, deslumbrantes y charlatanas que, con la ayuda del viento hablaban todo el tiempo sobre el cielo y lo bien que se está al fresco de la tarde en pleno mes de agosto a las afueras de la ciudad. Lejos de esa cuidad que puede que en algún momento las absorbiese, en ese punto en el cual todas las espirales se encuentran. Todo en ellas era temporal allí, a pesar de ser el propio epicentro de sus sueños, todo apuntaba a un destino fuera de sus límites. Una vía de escape tal vez. Puede que por ello acabesen lejos de ese lugar.
Cuando ves algo así y piensas tanto sobre ello, empiezas a sentir que podrías pasar toda una vida mirando hacia aquel balcón, o puede que algún día desde él...
Ahora lo echo de menos; aunque sólo sea una sensación superficial ya que lo que de verdad hace que en nosotros palpite algo, entre el pecho y la espalda, es el momento presente, con toda su ironía y sus fallos. Y que es sólo lo que pasamos en el día a día lo que hace que seamos quienes y como somos. Y si estás donde estás, y no te vas a buscar ese balcón con flores, alguna razón habrá, aunque no la veas. Aunque la piel se nos vuelva azul o verde y las trenzas terminen entrelazándose ellas mismas...
Puede que un balcón con flores nos sobrase para quedarnos toda la vida.

02 enero 2012

Año Nuevo, vida nueva


Cambia el color de tu vestido y maquilla tus pensamientos a tu favor, haciendo que el aire que acaricia tu pelo toque la más bella melodía. Grita con fuerza mientras avanzas, pisando tan fuerte que el mundo tiemble a tu paso. Enciende apagadas sonrisas y guíñale un ojo a la mala suerte. Siéntete fuerte y así nada ni nadie podrá contigo.
Cansada de ver caer la pintura que cubre las paredes, cristales rotos y viejas historias pasadas tiradas en un suelo humedo y gris, me sumerjo en un mundo que pocos conocen en el que todo es música de jazz y ganas de vivir. Ganas de apreciar los detalles, agarrarte de la mano y saltar al vacío sin pensar en el mañana ni en el resto del mundo.
Miro las nubes que cubren mi rojo cielo, formas con tacto a suave terciopelo, y siento que ellas hoy se mueven sólo por ti. Y por la noche, el cielo de mil estrellas me bañan en su aura de plata, envolviéndome del frío que antes había cuando no estabas aquí. Escucho tu alma transparente contándo historias que no tienen fin mientras inhalo el humo que desprende el fuego de tus ojos al mirarme a mi.
Es muy difícil ser feliz si nos pasamos la vida pensando sobre cómo serlo. Vive y la felicidad te buscará a ti.