Me niego a poner nombres a los sentimientos.
No quiero poner precio, fecha de caducidad,ni sabores a los besos, ni color a los momentos negros.
Es mejor dejarlos pasar.

10 febrero 2013

Egoísmo positivo

Vivimos en una sociedad en la que reina el concepto de la imagen, la idea de preocuparnos por lo que los otros dirán. Muchas veces ponemos por delante la necesidades de personas que nos rodean por el simple hecho de no hacerles daño de alguna manera o evitar un conflicto e indicamos con un sí, no rebatiendo o con nuestros propios actos que nos podemos mostrar comprensivos con ellos y empáticos, incluso ante cosas que sabemos que no están bien, consiguiendo con ello olvidarnos de nosotros mismos. Pasa a tener más importancia nuestro entorno en vez de nosotros y lo que sentimos ante ciertas cosas, y hace que parezcan más importantes tonterías, en las que acabamos gastando mucho tiempo dándole vueltas, que lo que realmente es importante. Cuando tengamos que decir que no acabaremos, por costumbre y comodidad muchas veces, retrasándolo todo lo que podamos, poniendo excusas y disculpas cuando en realidad no tendríamos que tener ninguna necesidad de hacer eso. 
La mayoría de las veces, cuando hacemos esto es por miedo a romper la armonía que queda, por muy pequeña que sea. Lo actual puede no ser demasiado bueno, pero es estable y seguro y enfrentarse a un cambio, aunque fuese pequeño, significa desestabilizar nuestro mundo... Eso nos genera incertidumbre y nos sentimos inquietos pensando en qué podría pasar si... haciendo que al final retrocedamos un paso y no nos neguemos por muy injusta que nos parezca la situación.
A veces, el problema no reside en el miedo al cambio, sino a tener que negarse y no saber cómo hacerlo. Entonces aparecen sentimientos de frustración y al sentirnos mal con nosotros mismos volvemos al sí por compromiso dejando nuestros deseos, inquietudes e ideas a un lado.
También es cierto que todo tiene sus límites... Una vez se sobrepasan dejamos de pensar en miedos, formas o maneras y el carácter nos hace reaccionar de formas inimaginables. Por ello, todos deberíamos aprender a poner límites en los deseos o caprichos de los demás y aprender a poner barreras que no se puedan traspasar, lo que no quiere decir volvernos egoístas... sólo dejar de complacer innecesariamente a otras personas haciendo que al final abusen de nosotros y de nuestra confianza de forma reiterada y al mismo tiempo conseguir dejar de reforzar su conducta y hacer que se planteen cosas al no darles siempre la razón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario