Apresurados latidos de
corazones que suenan al unísono intentando adaptarse a un mundo con compas
propio. Relojes que marcan el tiempo con una única división: el tiempo contigo
y el tiempo sin ti… Manos enlazadas, construidas con el material con el que se
forjan los sueños… Ojos profundos que muestran lo que con palabras no se puede
enseñar… Días de verano con lluvia en tu piel.
Deseas que cada minuto sea
eterno y que la vida una tregua nos dé mientras susurras en mi oído canciones
de hoy y de ayer. Y de la nada al todo fabricas suspiros mientras se enfría en
la mesa el café…
Llenamos la vida de dulces
olores con sabor a miel… parece que empiezo a escuchar el tacto de tu piel. Sonríes
y ríes mientras todo da igual; somos tú y yo en esta batalla campal mientras el
mundo gira a nuestro alrededor y la brisa sopla con todo su furor moviendo los
pétalos del alto balcón hasta la cristalera trasera de tu embarcación. Largos
días con mil y un amaneceres pendientes…
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