Convertimos nuestro cuerpo en un simple reflejo; es el espíritu de un débil aliento, alegría que cambia al llanto convirtiendo los momentos nuestro recuerdo. Valoro de nuevo qué somos, porqué luchamos, sufrimos y nos peleamos cuando aun la vida riega los minutos que alinea los pasos. Tanto, tantísimo tiempo pasamos en mirar ombligos, en rabietas banales sin sentido... conflictos, sandeces, tonterías, estupideces. Que ahora, aquí, presente bajo tu sombra, miro el silencio que asoma, no temo, no me asusto, no tiembla mi cuerpo. Es la pena quien quema, la vergüenza quien araña, el arrepentimiento del remordimiento quien mata. Se aferran truenos y tormentas a paredes, techo, cornisas de algún abismo. Cuando la vida se pierde poco a poco, la pena cicatriza en heridas resignadas que nunca se olvidan, fijadas cual quemadura a las entrañas que maduran, primavera.
Me niego a poner nombres a los sentimientos.
No quiero poner precio, fecha de caducidad,ni sabores a los besos, ni color a los momentos negros.
Es mejor dejarlos pasar.
27 marzo 2012
Primavera
Son las tardes de primavera, con el aire cargado de promesas, de vientos mejores y trozos de cielo... de aromas de flores. Oigo que me hablas al oído, de relojes antiguos que capturan momentos pasados y besos perdidos. Y vamos hablando y contando, tú y yo desgranando como las cuentas de un collar, los pedazos de dos almas perdidas y nuevamente reencontradas en ese lugar de luz, donde nacen los grandes amores.
Convertimos nuestro cuerpo en un simple reflejo; es el espíritu de un débil aliento, alegría que cambia al llanto convirtiendo los momentos nuestro recuerdo. Valoro de nuevo qué somos, porqué luchamos, sufrimos y nos peleamos cuando aun la vida riega los minutos que alinea los pasos. Tanto, tantísimo tiempo pasamos en mirar ombligos, en rabietas banales sin sentido... conflictos, sandeces, tonterías, estupideces. Que ahora, aquí, presente bajo tu sombra, miro el silencio que asoma, no temo, no me asusto, no tiembla mi cuerpo. Es la pena quien quema, la vergüenza quien araña, el arrepentimiento del remordimiento quien mata. Se aferran truenos y tormentas a paredes, techo, cornisas de algún abismo. Cuando la vida se pierde poco a poco, la pena cicatriza en heridas resignadas que nunca se olvidan, fijadas cual quemadura a las entrañas que maduran, primavera.
Convertimos nuestro cuerpo en un simple reflejo; es el espíritu de un débil aliento, alegría que cambia al llanto convirtiendo los momentos nuestro recuerdo. Valoro de nuevo qué somos, porqué luchamos, sufrimos y nos peleamos cuando aun la vida riega los minutos que alinea los pasos. Tanto, tantísimo tiempo pasamos en mirar ombligos, en rabietas banales sin sentido... conflictos, sandeces, tonterías, estupideces. Que ahora, aquí, presente bajo tu sombra, miro el silencio que asoma, no temo, no me asusto, no tiembla mi cuerpo. Es la pena quien quema, la vergüenza quien araña, el arrepentimiento del remordimiento quien mata. Se aferran truenos y tormentas a paredes, techo, cornisas de algún abismo. Cuando la vida se pierde poco a poco, la pena cicatriza en heridas resignadas que nunca se olvidan, fijadas cual quemadura a las entrañas que maduran, primavera.
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