Parece
que está en nuestra naturaleza, el creer unido a la prepotencia.
Somos
crédulos, pues creemos en cosas que no podemos ver o comprobar:
leyes de ciencia, Dios, la historia que los libros cuentan... Sin
embargo, hay personas que se empeñan en hacer que todo esto parezca
obvio, indudable y evidente, haciéndonos creer con más fuerza.
Entonces dejamos de duda a un lado. Es mucho más cómodo así y si
empezamos a dudar sabemos que al final, acabaríamos dudando de todo.
Pero además de todo esto, también brilla en nosotros la
prepotencia, ya que la mayoría además pensarán que creen en lo
correcto. Antes la Tierra era claramente plana y ahora el Universo es
infinito... ahora procedemos del mono, o somos creación de la
religión... Nos sentimos superiores y puede que seamos lo más
pequeño... creemos que sabemos más que lo que nadie supo y nos
apoyamos en ciencias que a lo largo de los años no ha sido más que
rebatida y reenunciada. O nos basamos en una religión, excusa de
atrocidades. Todo sea por no utilizar la cabeza.
Y
seguimos así, en nuestro día a día, haciendo desprecios a todos lo
que difieren en forma de pensar. Si todos creemos que algo es
amarillo, quien diga que es verde va a ser el raro, el enfermo, sin
contemplar la posibilidad de que éste sea al final, el único
acertado. Creamos una ley, la ley de la mayoría.
Y
ahora puede que Einstein no tuviese razón y haya una materia más
rápida que la mismísima luz... Adios a toda nuestra física. Y si
nos equivocamos en algo que parece tan obvio, indudable y evidente,
¿cómo seguir creyendo sin replantearnos todo lo demás?.
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