Me niego a poner nombres a los sentimientos.
No quiero poner precio, fecha de caducidad,ni sabores a los besos, ni color a los momentos negros.
Es mejor dejarlos pasar.

27 abril 2012

Luna



Eres el Sol que nunca se pone... pero me da igual. Ahora quiero vivir bajo la Luna, bañarme en su reflejo y observar esa luz que tan mágicamente desprende en su recorrido nocturno. No se porque al Sol se le atribuyen tantos méritos cuando es la Luna la que, rodeada de absoluta oscuridad, brilla para conceder a los más fantasiosos sus sueños... La que guarda las miradas atentas de los paseantes que no quieren dormir y les acompaña en silencio.
Cada noche, observa desde lo más alto del cielo los movimientos, los anhelos, los pensamientos, los actos y los secretos de todos los que por sus pies pasamos. Y prueba de que no es bueno saberlo todo son sus fases. Sólo una vez al mes deja su cuerpo entero al descubierto y nos da a todos nosotros la inspiración para inventar cuentos de ardientes dragones , peligrosos hombres lobo y enamoradizas sirenas. A partir de ahí, al igual que todos nosotros hay días en los que crece, devolviendonos las ilusiones de volver a verla en todo su explendor, y otros en los que mengua, enseñándonos que hasta algo tan superior también a veces necesita esconderse, estar en soledad.
¿Cuantas canciones, historias, poemas y cartas se han escrito a este bello ser celestial?, ¿cuantas lágrimas habrá visto caer por frágiles rostros y cuántas risas la habrán hecho retumbar en el cielo?... ¿Cuántos habrán admirado su belleza y su luz?. Y a pesar de esto, el deseo de desaparecer de vez en cuando no persiste. Y puede que la Luna sólo quiera un abrazo, ver al Sol que siempre desaparece cuando ella sale... Pasa pocas veces, pero a veces, pasa... Y al día siguiente la Luna sale y parece que nos sonríe.

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